'Soledad y ego' de Manu Gálvez
Uno siempre tiene la sensibilidad preparada para ser apedreada. Y es que escribir es una tarea para la que se requiere ejercer una resistencia y poseer una fortaleza que solo se quiebre sobre la página en blanco. Empezar a escribir en un nuevo lugar es igual que hacerlo como si fuera la primera vez. Siempre hay inseguridades de lograr hacerlo bien y certezas de que jamás volverás a hacerlo como aquellas pocas ocasiones en que pensaste que lo que escribiste tenía el valor suficiente como para que también lo observaran los demás.
Uno empieza a escribir porque está solo, porque nadie le molesta ni le busca. Alrededor solo existe un mundo invisible que necesito contar con palabras y que solo tiene interés el tiempo que las escribo, y que con el punto final desaparecen como los sueños que no recordamos. Cuando te muerde la soledad, yo solo sé defenderme con el bolígrafo o con el teclado. Introduzco dicho bolígrafo o el teclado entre sus dientes para partírselos, que sangren como lo hace mi realidad por escrito. Que se fracturen como mis dedos al golpear nerviosos las teclas de mi fragilidad. Es entonces cuando aparece mi sensibilidad, sangrante y solitaria. Una herida que nadie quiere ni puede ver, pero que cada frase decente que consigo construir la hace cicatrizar.
Uno escribe porque está solo y es demasiado consciente de ello. De mi soledad y de mí mismo. Verse desde fuera y mirarse hacia dentro. Ser demasiado consciente de uno mismo y pensar que lo que pasa por mi cabeza es lo suficientemente importante como para ponerlo por escrito. Sentir la necesidad de hacerlo porque no hay otra cosa más importante que hacer en ese momento ni en ningún otro. Escribir porque es la manera más perfecta de dejar mi esencia a los que "no están". De dialogar con alguien que no me quitará la razón y que tendrá que escucharme, pues no le queda otra. Para quitártela ya estarán los demás en cuanto decidan leerme. Sin ego no escribiría, si no pensara que lo que cuento es lo mínimamente importante para alguien, no gastaría este tiempo tan valioso que podría ocupar en otras muchas cosas. Hay muchos libros que quiero leer, películas que ver, música que escuchar, amigos con los que quedar y maneras de sorprenderme ante lo distintas que pueden ser entre sí las mujeres interesantes.
Creo que no he cumplido el precepto de contar algo con un significado completo a la hora de escribir, pero sí, el de ser sincero con el texto y el de tenerle un respeto mayúsculo. Y es que escribir es igual a soledad más ego.

Mi nombre es Manuel Galvez Giral y nací en Zaragoza pero vivo en Madrid desde muy pequeño. Me gusta leer, escribir y correr. Pero nunca las tres a la vez. Soy un hombre. También me gusta la tortilla de patata y la cerveza. Puede que lo que más y el resto de lo escrito haya sido accesorio. Es más, estoy seguro de ello. Un grupo de palabras unidas para dar un poco más de empaque a este humilde aprendiz de disfrutón. Siempre zaragocista. Colaboro escribiendo columnas para El Imparcial, The Citizen, El gol del Cierzo y 8como8o, donde escribo de política, sociedad, fútbol, música o escribo relatos cortos. He participado en las dos antologías de autores aragoneses de Enjambre y he sido finalista del concurso de relatos cortos organizado por la concejalía cultural del barrio de la Guindalera en Madrid. Pronto sacaré mi primera novela en la editorial Bala Perdida.