'Rumbo a Ítaca' de Francisco Rodríguez Mayoral

28.09.2021

Con la carta de navegación de Konstastinos P. Kavafis, acumulo singladuras en el largo viaje hacia mi Ítaca más íntima y personal; incansable, día tras día, noche tras noche...

Una noche más en la travesía. La oscuridad envuelve mi navío, como si fuese para regalo, con su cobertor cuajado de estrellas. Y las crestas de suave espuma del ondulante cuerpo marino acarician el casco del barco como amorosas sábanas de seda en el lecho acogedor y hospitalario.

Los músculos de las cuadernas se despliegan al estirarse, con crujido de herrajes. Un bostezo inesperado asoma y domina el gesto como silencioso grito de cansancio. El marino precisa reposo, pero la caricia insistente y reiterada de las suaves olas reclama su amoroso tributo. No se puede negar ni hacer esperar.

El ancla rígido y renovado se libera y hunde en la húmeda profundidad, abriendo camino en las aguas profundas que susurran al separarse y sentir la íntima invasión. El viejo casco gime y se estremece al sentir la firmeza del anclaje, mientras se mece en el amoroso vaivén de la unión en la marea eterna. Las aguas se agitan en suaves convulsiones que mantienen su suavidad, aumentando la profunda intensidad. No hay nada más en el universo. La mar y el rígido cuerpo intruso que ha perforado la intimidad de sus ávidas, húmedas y acogedoras profundidades...

El ritmo de las olas se altera. Con suave cadencia aumentan su movimiento y, en un instante, pareciera que se desata una sorda tempestad. Explosión de oleaje encrespado. La espuma se expande, inunda, baña y lame el casco entero, la cubierta y las sentinas... haciendo crujir el palo mayor en toda su longitud, bajo la arriada vela. De pronto... regresa el silencio que suavemente riela. Sólo breves y ahogados sonidos, susurros, gemidos de agua y madera que recuerdan con blanda y elegante sutileza la intensidad precedente.

Después, calma chicha... bonanza. Paz empapada en la que se detiene el tiempo a la espera de un nuevo amanecer para seguir navegando imparable...

Rumbo al sol. Rumbo a Ítaca.

Soy un madrileño universal que se impregnó de luz mediterránea en Barcelona y Cataluña durante la mitad de su vida. Ahora resido cerca de Madrid, después de haberme embriagado de naturaleza en el pueblecito Revilla de Pomar de la Montaña Palentina y haber vivido la experiencia de más de veinte mudanzas de residencia, lo que me otorga merecida carta de naturaleza nómada y peregrina.

Pinto y dibujo desde que tengo memoria y mi mano fue capaz de manejar un lápiz. Mis pasiones son mis tres hijas, mis cuatro nietas, el amor, la pintura y la lectura. Mis aficiones incurables, la fotografía, la música, pensar, escribir y las tertulias interminables con amigos. Mi mayor vicio adictivo, la curiosidad insaciable que me arrastra inevitablemente a buscar nuevas respuestas a las viejas preguntas y a plantearme nuevas preguntas sobre las viejas respuestas.

Diletante autodidacta y heterodoxo en la práctica de la pintura artística y la redacción de textos y construcción de poemas. He realizado cientos de cuadros de los que buena parte han sido copias facsímil de maestros que me apasionan o de obras que me han impresionado.

En el terreno literario, hago osadas irrupciones en la narrativa, con cuentos, relatos o minirrelatos y algún ensayo breve, así como tengo el atrevimiento de componer poemas, en verso libre, algún soneto y varios haiku.

Para mi grata sorpresa, Arrebol ha confiado en mí de nuevo para pedirme un texto para su blog. Una vez más me siento muy honrado y agradecido