Poemas de Mohamed Abid

16.01.2022

NO HAY CIELO POR ENCIMA DE NOSOTROS

En mi soledad
amaso mis sueños con vino
me veo por ejemplo
subir en una escalera vacía
apoyada sobre el vacío
y el día gris
con una mano áspera
desperdicia las huellas de ascenso
el techo del cielo cae
sobre mi cabeza
me pierdo en el vacío
sin dedos para señalar el cielo abierto
dejamos el ascenso
y nos hemos hecho amigos del descenso
oh corazón mío
indícame la cava más cercana
para criar alegría
quizá crezca y ascienda
el escalón del alma

Traducción: Larbi Ghajou

CAMINANDO HACIA MÍ MISMO


Todos los días camino, hacia mi infancia.
A menudo siento el aprieto de las calles,
de los bares y las gargantas de mis amigos,
los gritos de los vendedores ambulantes
y los soplos de los espías.
Camino hacia mi infancia
que atrás dejé
dormida en su cuna.
Atrás dejé sueños tiernos
que producen pesadillas.
Atrás dejé
a mis amigos
tomando vino de contrabando
y fumando tabaco barato.
Atrás dejé a" Widad" con su abrigo blanco,
esperando el autobús número siete;
en su sujetador lleva sus cigarrillos preferidos.
Atrás dejé al tren de alta velocidad,
que llega tarde
para toser en la garganta de la historia.
Atrás dejé sindicatos, partidos, asociaciones
que saltan como ranas
sobre la más absurda de las sillas.
Atrás dejé mujeres bonitas
cual mariposas que van de flor en flor,
enseñando a sus lenguas el silencio.
Atrás dejé el mar
salmodiando la canción de las densas olas,
un ritmo baila sobre la soga de la horca,
una melodía que sustenta la alegría en la palma del himno,
y un sol que agasaja a seres tristes.
A una ausencia que se escabulle por las mañanas,
sin embargo acude a mí de noche
para que quede desvelado.
Atrás dejé un pueblo
que a diario se reencuentra con las sillas,
para charlar sobre la mesa de la patria,
con botellas vacías.
Dejé mi suspiro
ahogándose,
en el cajón del corazón.
Y a un guardia urbano boquiabierto,
mirando mujeres feas.
Atrás dejé al loco sabio
y a la sabia loca,
a la mala alumna
que no recibe cartas.
Atrás dejé quioscos de periódicos que ya no robo,
y al espía que está en mi cabeza.
Atrás dejé veredictos sentenciados
como si me fugara de la justicia poética;
tan solo las sillas pagan los impuestos,
y el hombre que odia la libertad,
los campos de saliva
y los telediarios.
A la falsa sonrisa de sus presentadores,
las explosiones en las páginas de chat,
los mensajes de los amigos en el Yahoo y el Hotmail.
A la muerte de los reyes en la tele.
Atrás dejé,
agua que la sed se echó a perder en su garganta
y algunos borradores que perdieron
su revólver silencioso.
Atrás dejé
libros que se desnudan
por cualquier letra.
Atrás dejé
los himnos nacionales con sus banderas agujereadas
y el quejido de los hombres en las cárceles.
Atrás dejé la historia
buscando la geografía
en libros amarillentos.
A Ben Kaldún en busca del origen del Estado,
y al Estado en busca del origen de Ben Kaldún;
a Averroes contemplando el fuego
que se come la última lección de filosofía.
A las huelgas de los estudiantes
y sus habitaciones universitarias,
cuyas paredes
están llenas de protestas contra todos los sistemas.
Atrás dejé
a poetas que escriben sus versos
en papel de clínex
porque padecen de resfriado poético.
Atrás dejé
mis pastillas que alivian todos los dolores del mundo.
Atrás dejé
toda la nostalgia,
una nostalgia profunda, por la vida
y muchas lágrimas, en la nevera.
Las conservo frescas
para el próximo llanto,
o las vendo a los llorones
de todas las pantallas del mundo.
Atrás dejé la caja de las pérdidas
y todo el cariño.


HAY UNA PEQUEÑA GUERRA EN MI CABEZA

Los escrúpulos que tengo en la cabeza
avanzan con rapidez de hormigas
sobre el resto de las áreas de imaginación
cambio las cuatro direcciones
y la tierra se alarga
los cuadros sienten envidia
sobre las orillas de la arquitectura
estallan pequeñas guerras
arrollo los océanos
y los adorno con maquillaje sicalíptico
las ballenas velan en unas discotecas de algodón
retiro las nubes del cielo
les doy un patada
los aviones caen en el amor de puertos marinos
amanso los bosques para que salgan contra el viento
amanso el guijarro para que gima
detengo el cielo en un balde
espumo el agua en la faringe
vierto el vaso en mi cavidad
y me despierto extasiado con mi horror  

Traducción: Larbi Ghajou 

Mohamed Abid (Marruecos), es poeta, crítico de cine y activista. Es miembro de la unión de escritores de Marruecos. Tiene publicada una grabación de poesía recitada bajo el título «Poemas» (Madrid 1995) y ha publicado «La caja de perdidas», poemario publicado por el Ministerio de cultura de Marruecos(Rabat 2005) y «Caminando hacia mí mismo» (traducción al español) poemario publicado por ediciones Imperdonable, Malaga 2017 y «Puro ánimo» poemario publicado por ediciones Bab Alhikma, Tetuán 2020.

Sus poemas han sido traducidos al francés, al español y al alemán.

Ha participado en numerosos festivales nacionales e internacionales de cine y de poesía.