Poemas de Mohamed Abid
NO HAY CIELO POR ENCIMA DE NOSOTROS
En mi
soledad
amaso mis sueños con vino
me veo por ejemplo
subir en una escalera vacía
apoyada sobre el vacío
y el día gris
con una mano áspera
desperdicia las huellas de ascenso
el techo del cielo cae
sobre mi
cabeza
me pierdo
en el vacío
sin dedos para señalar el cielo abierto
dejamos el
ascenso
y nos hemos hecho amigos del descenso
oh corazón mío
indícame
la cava más cercana
para criar alegría
quizá crezca y ascienda
el escalón del alma
CAMINANDO HACIA MÍ MISMO
Todos los días camino, hacia mi infancia.
A menudo siento el aprieto de las calles,
de los bares y las gargantas de mis
amigos,
los gritos de los vendedores ambulantes
y los soplos de los espías.
Camino hacia mi infancia
que atrás dejé
dormida en su cuna.
Atrás dejé sueños tiernos
que producen pesadillas.
Atrás dejé
a mis amigos
tomando vino de contrabando
y fumando tabaco barato.
Atrás dejé a" Widad" con
su abrigo blanco,
esperando el autobús número siete;
en su sujetador lleva sus cigarrillos
preferidos.
Atrás dejé al tren de alta velocidad,
que llega tarde
para toser en la garganta de la historia.
Atrás dejé sindicatos, partidos,
asociaciones
que saltan como ranas
sobre la más absurda de las sillas.
Atrás dejé mujeres bonitas
cual mariposas que van de flor en flor,
enseñando a sus lenguas el silencio.
Atrás dejé el mar
salmodiando la canción de las densas olas,
un ritmo baila sobre la soga de la horca,
una melodía que sustenta la alegría en la
palma del himno,
y un sol que agasaja a seres tristes.
A una ausencia que se escabulle por las
mañanas,
sin embargo acude a mí de noche
para que quede desvelado.
Atrás dejé un pueblo
que a diario se reencuentra con las
sillas,
para charlar sobre la mesa de la patria,
con botellas vacías.
Dejé mi suspiro
ahogándose,
en el cajón del
corazón.
Y a un guardia urbano boquiabierto,
mirando mujeres feas.
Atrás dejé al loco sabio
y a la sabia loca,
a la mala alumna
que no recibe cartas.
Atrás dejé quioscos de periódicos que ya
no robo,
y al espía que está en mi cabeza.
Atrás dejé veredictos sentenciados
como si me fugara de la justicia poética;
tan solo las sillas pagan los impuestos,
y el hombre que odia la libertad,
los campos de saliva
y los telediarios.
A la falsa sonrisa de sus presentadores,
las explosiones en las páginas de chat,
los mensajes de los amigos en el Yahoo y
el Hotmail.
A la muerte de los reyes en la tele.
Atrás dejé,
agua que la sed se echó a perder en su garganta
y algunos borradores que perdieron
su revólver silencioso.
Atrás dejé
libros que se desnudan
por cualquier letra.
Atrás dejé
los himnos nacionales con sus banderas agujereadas
y el quejido de los hombres en las
cárceles.
Atrás dejé la historia
buscando la geografía
en libros amarillentos.
A Ben Kaldún en busca del origen del
Estado,
y al Estado en busca del origen de Ben
Kaldún;
a Averroes contemplando
el fuego
que se come la última lección de
filosofía.
A las huelgas de los estudiantes
y sus habitaciones universitarias,
cuyas paredes
están llenas de protestas contra todos los
sistemas.
Atrás dejé
a poetas que escriben sus versos
en papel de clínex
porque padecen de resfriado poético.
Atrás dejé
mis pastillas que alivian todos los
dolores del mundo.
Atrás dejé
toda la nostalgia,
una nostalgia profunda, por la vida
y muchas lágrimas, en la nevera.
Las conservo frescas
para el próximo llanto,
o las vendo a los llorones
de todas las pantallas del mundo.
Atrás dejé la caja de las pérdidas
y todo el cariño.
HAY UNA PEQUEÑA GUERRA EN MI CABEZA
Los escrúpulos que tengo en la cabeza
avanzan con rapidez de hormigas
sobre el resto de las áreas de imaginación
cambio las cuatro direcciones
y la tierra
se alarga
los cuadros
sienten envidia
sobre las
orillas de la arquitectura
estallan
pequeñas guerras
arrollo los
océanos
y los adorno
con maquillaje sicalíptico
las
ballenas velan en unas discotecas de algodón
retiro las
nubes del cielo
les doy un
patada
los aviones caen en el amor de puertos marinos
amanso los
bosques para que salgan contra el viento
amanso el
guijarro para que gima
detengo el cielo en un balde
espumo el
agua en la faringe
vierto el vaso en mi cavidad
y me despierto extasiado con mi
horror

Mohamed Abid (Marruecos), es poeta, crítico de cine y activista. Es miembro de la unión de escritores de Marruecos. Tiene publicada una grabación de poesía recitada bajo el título «Poemas» (Madrid 1995) y ha publicado «La caja de perdidas», poemario publicado por el Ministerio de cultura de Marruecos(Rabat 2005) y «Caminando hacia mí mismo» (traducción al español) poemario publicado por ediciones Imperdonable, Malaga 2017 y «Puro ánimo» poemario publicado por ediciones Bab Alhikma, Tetuán 2020.
Sus poemas han sido traducidos al francés, al español y al alemán.
Ha participado en numerosos festivales nacionales e internacionales de
cine y de poesía.