'Más allá de la mirada' de Ana Bustamante

01.12.2020

De pie, frente a la puerta de su casa, un hombre mira de reojo a una pareja que ríe a carcajadas mientras se besan y abrazan. Es una noche saturada de humedad y el calor que desprenden sus cuerpos parece como si empañara el cristal de la farola que ilumina el viejo parque. Se mantiene en la misma posición durante varios minutos, resistiéndose a introducir la llave en la cerradura del portal. Observa ensimismado como si fuera un espectador disfrutando de una película en cualquier sala de cine. Ellos, ajenos a su mirada, continúan interpretando el papel de amarse. Comienza a subir las escaleras con bastante vacilación y se detiene en el escalón superior del primer rellano, para echar una última ojeada hacia el banco del parque. Se le encoge el corazón. La pareja ha desaparecido y tan solo la niebla densa del recuerdo reina en la noche. Las risas se escuchan lejanas. Llega a casa, en el tercer piso sin ascensor donde vive desde hace quince años. Durante ese tiempo nunca ha intimado con ningún vecino. Es un hombre reservado e introvertido. Le gusta la tranquilidad y la soledad que ha escogido de manera voluntaria. Sin encender la luz se quita los zapatos en la entrada y camina descalzo hasta el balcón. A través de los visillos mira nuevamente en dirección al parque y descubre horrorizado un cuerpo tirado en el suelo y una sombra que huye por detrás de los árboles. Parece la mujer de pelo castaño y risa estridente que minutos antes se comía a besos a aquel joven alto y desgarbado. Intenta mantener la calma, vuelve a mirar para comprobar si está en lo cierto y se trata de un cuerpo o si su imaginación le está jugando una mala pasada. Su autodominio y aparente frialdad le hacen abrir las ventanas para escuchar en el silencio de la noche. No coge el teléfono para llamar a emergencias ni a la policía. Durante quince largos minutos respira pausadamente sin apartar la vista del cuerpo, sin pensar en nada más que en el cabello alborotado esparcido por la arena y en el pequeño charco de sangre que va creciendo alrededor de la silueta que yace boca abajo. El vestido negro deja al descubierto gran parte de la pierna derecha llegando hasta el comienzo de las nalgas. La mira sin pestañear queriendo cubrir esa parte del cuerpo con su mirada. Siente una necesidad compulsiva de tirar del vestido hacia abajo. Incluso estira el brazo desde el balcón y hace el movimiento, como si el propio gesto fuera capaz de colocar simétricamente la tela de aquel vestido. De repente suena el timbre y sin sobresalto alguno, a pesar de la hora, cierra las ventanas, avanza despacio y mira por la mirilla. Asustado retrocede unos pasos. Tras la puerta está la mujer del vestido negro y el pelo castaño alborotado. A través de la mirilla se cruzan sus miradas. Tiene lágrimas en los ojos y mueve la boca pidiendo auxilio. Su primer impulso es abrir, pero decide esperar y seguir observándola. Se sienta en el suelo con la espalda pegada a la puerta. Cierra los ojos e inspira con fuerza. Huele a un perfume que le resulta familiar. Esos ojos, color miel, le recuerdan a alguien a quien amó hace tiempo y el pelo, ese pelo sedoso, sigue enredado entre sus dedos, puede sentir aún la suavidad de su cabello. Es capaz de percibir a través de la puerta su aliento cálido pegado al cuello, el roce de sus manos, el peso de su cuerpo mientras se amaban, la risa estridente, el placer cuando llegaban al orgasmo. Vuelve a mirar. Ella sigue llorando. Con ambas manos aprieta la herida de la que brota una sangre roja y espesa. Se agacha sin dejar de decir lo siento. Sin dejar de esperar que le abra la puerta. Él toca el frío metal de la navaja que guarda en el bolsillo. Llora, mientras vuelve a reproducir una y otra vez la escena de aquella pareja amándose en el parque. 

Ana Bustamante
Ana Bustamante

Ana Bustamante, nació en Madrid el último día de 1968. Su trayectoria profesional la enfoca en la gestión, liderazgo y desarrollo de equipos, primero en el ámbito sanitario y actualmente en el sector de seguros.

Se define a sí misma como una mujer "anormalmente normal", sensible, llena de deseos e ilusiones.

Ávida lectora, apasionada de la Literatura, escribe desde que recuerda. En la vida y en sus textos, se deja llevar por lo que siente y se "desnuda" en su primera publicación: "El deseo viste de verde" (Izana Editores - 2018).

Duerme poco, prefiere soñar despierta y juega a capturar los instantes para después proyectarlos en sus relatos.

Autores representados por Arrebol agencia literaria