'Las edades de Odetta' de Gabriela Amorós
Una pequeña mujer, tan encogida como si un tenso sedal intentara coserle la boca a los pies, buscó acomodo junto a la joven encinta. Odetta, como así se llamaba la presunta bienaventurada, con una mano acariciando su vientre, miraba fotos de niños pequeños en una revista que se consagraba a la algodonada temática del bebé. A su lado, invadiendo la intimidad de su espacio, respiraba aquella mujer plegada, que no era todo lo mayor que se esperaba de ella pero muchas veces una vida errante deja en el alma su remanente. El declive de sus vértebras era, en todo caso, hereditario.
Visualmente, el acoplamiento entre el inflamado vientre de Odetta y la cóncava figura del cuerpo de Rita era perfecto, como dos piezas de un puzzle condenadas a encajar indefectibles. Como lo era, perfecta también, la plenitud de los contrarios que transmitía cada una de ellas: Odetta desprendía inexistencia, aquella que comienzan a sentir algunas preñadas que saben que ya no van a poder renunciar al amor, a la llegada de un desconocido que las seguirá vaciando por entero; en cambio Rita observaba el mundo con vivacidad, como si toda vida la completase, pese a su vientre mordido por el hambre. Y así, sin ellas saberlo, existían como dos caras de la misma moneda.
Al parar el autobús Odetta se levantó del asiento y dejó en él aquella revista de madres cariñosas y bebés felices de la misma forma en que la había encontrado, abierta por una rígida página de publicidad. Odetta se desvaneció por la bajante del autobús y Rita, con un movimiento mecánico, cogió aquellos papeles llenos de imágenes de niños pelones pues alguna utilidad podría sacarles. Ninguna de ellas se dio cuenta de la presencia de la otra. Tampoco sabían que se volverían a encontrar.
Fue en un banco de un viejo parque. Rita comenzó a sentarse en aquél, lo que parecía dar vida a la madera del asiento, y los dos juntos, Rita y el asiento, comenzaron a respirar. Al rato una joven triste se aplomó en el banco junto a la vieja. Y ambas contemplaron sincrónicamente el espacio que había entre ellas y las estrellas. Del mismo modo se levantaron y buscaron otro tipo de silencio, desapareciendo cada una hacia cada lado, volviendo el banco a su estado de inexistencia.
Pasaron dos años y Rita, callejera habitual, se camuflaba con el asfalto, la luz de farolas y la urbana cotidianeidad de otros. Quería salvar a un pequeño gorrión pero su espalda ya no respondía como antes, estaba definitivamente cosida hacia sus pasos y no podía alcanzar la rama que acogía fugazmente una vida parecida a la de ella. Al tiempo que alzaba su huesuda mano hacia el gorrión la ráfaga de otra mujer se detuvo ante la imagen del pájaro. Su tristeza parecía querer las alas del gorrión mientras su cuerpo sombrío parecía no querer nada. Cuando Rita giró como pudo sus hombros al sentir la presencia de Odetta, ésta ya estaba muy lejos de la escena.
Otro reencuentro se produjo a las afueras de la ciudad, ambos rostros al mismo tiempo se reflejaron sobre el cristal de un escaparate adornado con ropas de bebé. Y el reflejo que ambas proyectaban ahora se solapaba un instante, al igual que sus cuerpos: Odetta estaba comenzando algún tipo de plenitud, sus ojos vibraban ligeros en el aire mientras que Rita parecía flotar enteramente. Incluso la espalda de Odetta concordó un segundo con la de Rita al curvarse sutilmente.
En el autobús urbano ya solían acomodarse una al lado de la otra pero sus ojos seguían sin asomarse a los ojos de la otra. Aunque poco a poco la realidad comenzó a descartar la coincidencia y su bagaje compartido las llevó al mismo hospital.
Iban cada una en su camilla con la cabeza ladeada y la mirada perdida, tal vez en la vida de la otra. El historial médico de ambas era el siguiente:
Fecha de ingreso: 2 de octubre de 1.988.
Nombre del paciente: Dª Odetta Alminar Redken.
Fecha de nacimiento: 3 de mayo de 1961.
Dirección: C/ del Árbol Seco, número 11, 3º.
Causa de ingreso: paciente que presenta lesiones en brazos y piernas producidas con arma blanca y con un cuadro de depresión severa probablemente debido a trastorno esquizo-afectivo sin diagnosticar.
Fecha de ingreso: 23 de enero de 2.008.
Nombre del paciente: dice llamarse Rita (no posee documento de identidad).
Fecha de nacimiento: no sabe.
Dirección: no sabe.
Causa de ingreso: rotura de cadera producida por caída desde la rama de un árbol de un parque público.
Por supuesto, se volvieron a encontrar. Y fue en el mínimo espacio del ascensor del hospital, cuando sus camillas chocaron inevitablemente. Las cuatro retinas se buscaron y al fin se dieron cuenta de que eran la misma persona.
De este modo Rita recordó quién había sido y Odetta supo en quién se convertiría.

Gabriela Amorós Seller, licenciada en Derecho, escritora y artista, ha compatibilizado el ejercicio de la abogacía durante más de quince años con su dedicación constante al arte y la literatura.
Actualmente desarrolla su faceta como artista en un proyecto para la Universidad de Murcia de diseño científico-artístico de fósiles vegetales y paisajes prehistóricos.
Publica parte de su obra literaria y artística en su página web www.gabrielaamorosseller.com, así como en su página profesional de Facebook yexhibe una muestra de sus dibujos en la plataforma www.virtualgallery.com. Administra igualmente una página de arte clásico, la emoción indómita.
En cuanto a su actividad literaria, además de sus dos obras publicadas, ha participado en diversas revistas de arte y literatura, una de ellas la prestigiosa revista Barcarola. Ha formado parte de diversos recitales de poesía. Ha sido jurado en un certamen poético, así como ha prologado el libro de poemas Hipocampo, del profesor José S. Carrión García.
Es miembro de la sección de pensamiento crítico de La Universidad EMUI EuroMedUniversity, con sede en la Università di Salento.
"La Fragua Cero" (2014, Izana editores) fue su primera obra editada, un libro de relatos cortos y de poemas. El segundo libro, "El estuario rojo" (2016, Izana editores), es su segunda obra publicada, la cual dedica enteramente a la poesía.
En cuanto a su actividad artística, ha ilustrado las portadas de sus dos libros publicados y de otros autores para publicaciones de poesía, ensayo y narrativa.
Parte de sus obras han sido expuestas en el edificio del Rectorado de la Universidad de Murcia, así como en el Museo Arqueológico de Jumilla.
Ha colaborado en la docencia universitaria, en la asignatura de "Cultura Clásica", Grado de Historia del Arte de la UMU, a través de su exposición de dibujos titulada "El estuario rojo".