‘La importancia de llamarse Barroco’ de Gabriela Amorós
Barroco, una suerte de escritor y fantasma, era feliz pero incapaz de escribir sobre la felicidad. Esto, en gran medida, obedecía al hecho de que Barroco era felizmente triste, sabía que su felicidad se nutría de la tristeza. Para entenderlo algo mejor indagaremos un breve pasaje de su biografía.
Cuando en el año 1.979 las primeras nieves cubrieron las ventanas de su cuarto, fue apresado por orden y en nombre de la dictadura que asolaba su nación. Lo encarcelaron tras dos días de aporreados silencios porque en uno de sus libros carraspeó ante la ideología del Régimen, pero él sabía que los barrotes de su celda serían invisibles y hechos de palabras.
Y así ocurrió, pues cuando fue liberado y su cuerpo se incorporó nuevamente a la corrosiva atmósfera de su nación, sintió miedo y comenzó a encapsular en aquél toda su corriente triste, feliz y perfecta para preservarla del orden letal. Esa era su obstinación, decadentemente lógica, pues la higiene del Régimen aconsejaba la limpieza de todo aquello que contaminaba los "principios del buen ciudadano". Y con aquel secreto menester de envasar en él sus ideas -hasta incluso sus instintos- comenzó Barroco el declive de su identidad. Empezaría enterrando en aquella hermética razón algunos retazos de su biografía: que era homosexual aunque nunca lo llevaría a la práctica, lo cual engrandecía su feliz tristeza; los besos obscenos con los que su madre interrumpía sus bostezos cuando era niño; que, en general, le importaban nada sus posibles amantes salvo aquel preso que sorbió su sopa acercándose al licuado como un cisne con el cuello replegado que, cuando acude a la orilla del agua, teme ver su reflejo en el abismo del orden; que la verdadera razón por la que tosía dormido era porque se había auto impuesto que se activara su tos cuando hablaba en sueños, como un resorte, y ello para que no pudieran reconocer cualquier concepto que atentara contra el Régimen; que guardaba una foto de Sócrates en un hueco oscuro de su inodoro junto a un boceto del Faro de Alejandría; que odiaba el rígido uniforme azul que permitía a sus exangües articulaciones seguir unidas; que sabía amar enardecidamente textos prohibidos cuya esencia agazapaba en su alma convirtiendo Barroco su cuerpo en un alambique.
Barroco siempre dejó malear, sin oponer resistencia, sus actos externos, aquellos que nacen a partir de la capa superficial de su piel. Pero esta sumisión era sólo un molde conductual para regalar su desidia al Régimen y desviar la atención de su fuero interno, donde se cocía todo un mundo de insurrectas intenciones. Éstas también las enterraría en el cementerio hecho de su cuerpo: incluiría que, cuando cambió la celda de la cárcel por la de su habitación, se hubiera provocado el vómito para infectar los ojos que, tras las cámaras, lo vigilaban en su propia casa; que pensaba ser un líder ideológico cuando todo acabara; que, cuando esto pasara, publicaría un libro sobre violaciones y torturas que algunos rebeldes vengadores llevarían a cabo con los obesos mandos del Régimen; que haría volatilizar los muros de la cárcel y de toda su vida tan sólo con el canto de un pájaro,… pero cuando escondió este pensamiento no pudo evitar pensar en aquel preso con cuello de cisne. Entonces Barroco ansió ser otro cisne para sobrevolar el mundo y que de sus alas se desprendieran cientos de palabras tristes y felices en forma de plumas.
Barroco murió con un panteón interno repleto de tesoros pensados. No llegó a respirar en libertad después de aquello, sin embargo, su nombre artístico, así como sus obras sí lo hicieron cuando fueron publicados tras la dictadura.
Cierto, su verdadero nombre no puede ser revelado aquí por respeto a la intimidad de sus confesiones, aunque el mundo esté lleno de páginas suavemente heridas por la solitaria pervivencia de su vuelo.

Gabriela Amorós Seller nace en Santa Pola (Alicante) y durante su infancia y adolescencia encuentra en el dibujo, la pintura y la poesía una forma de canalizar su impulso creativo. Se Licencia en Derecho por la Universidad de Alicante y ejerce la abogacía durante quince años, compatibilizando el ejercicio de su profesión con su dedicación al arte, a la literatura y a la filosofía, a la que dedica parte de su producción poética y artística.
En 2023 obtiene el Doctorado en Historia, Geografía e Historia del Arte, fruto de su investigación relacionada con su profesión paleoartística, que se aúna el arte y la ciencia.
En cuanto a su actividad artística, ha ilustrado varias portadas de libros de ensayo, poesía y narrativa de diversos autores, ha expuesto sus obras en el Museo Arqueológico de Jumilla, así como en el Edificio de la Convalecencia, sede del Rectorado de la Universidad de Murcia.
Ha colaborado en la docencia universitaria, en la asignatura de "Cultura Clásica", Grado de Historia del Arte de la Universidad de Murcia, así como ha sido ponente en esta materia.
En cuanto a las actividades públicas de su faceta literaria, en el 2009 comienza a colaborar en revistas de arte y literatura y el Ayuntamiento de León la invita a participar en El Pasquín Poético con la aportación de su poesía, siguiendo después otros recitales poéticos, entrevistas en diversos medios de comunicación, prólogos en publicaciones de poesía y jurado en Certamen Internacional de Poesía.
Es miembro de la sección de pensamiento crítico de La Universidad EMUI EuroMedUniversity, con sede en la Università di Salento.
Publica en el año 2014 su primer libro, La Fragua Cero (Izana editores), un libro de relatos cortos y poemas del que también es autora de la portada.
En 2017 publica su segundo libro, El estuario rojo (Izana editores), libro ilustrado que dedica completamente a la poesía y que recoge, entre sus páginas, ocho de sus obras pictóricas.
Ha sido publicada por la revista Barcarola, ha formado parte de diversas antologías poéticas y ha colaborado con sus artículos sobre arte, filosofía y poesía en plataformas literarias y artísticas.
Actualmente desarrolla su faceta entre la investigación paleobotánica y el arte, ejerciendo como paleoartista de forma profesional, trabajando en varios proyectos científicos de índole nacional e internacional en el marco de la Universidad de Murcia relativos a diseño científico-artístico de fósiles vegetales y reconstrucción artística de paisajes prehistóricos.