'La fotografía' de Mar Blanco Larrosa
Querida mía:
Nunca pensé que tendría que escribirte estas palabras. Sabes bien que odio las despedidas.
Llovía cuando salimos del "Manhattan-bar"…y continuó durante horas hasta que llegó el amanecer, también vestido de lluvia.
Fue tras aquel concierto en una noche de abril.
Yo hacía fotos para un periódico y tú eras la camarera del bar. Te pedí una cerveza fría y me sonreíste, entre tímida y pícara, pero lo que en realidad te delató, fue tu mirada felina. De esa mirada no se regresa –pensé-, comencé a titubear y la seguridad en mi mismo empezó a tambalearse.
No me cansé de contemplar tu cintura que buscaba el baile de los vientos, cuando te movías de un lado a otro del alargado mostrador en forma de ele.
Hice otra cosa (que no suelo hacer cuando estoy trabajando) apoyé mi codo en la barra y allí esperé pacientemente a que se fuera el último cliente. Me ofrecí a acompañarte a casa. Diluviaba.
Ya habíamos acortado distancias y mis manos detuvieron el fuerte aguacero que empezaba a transitar por nuestros cuerpos, recorriendo las recién estrenadas sendas de la humedad.
Así una noche tras otra, sin exigencias ni preguntas, nos convertimos en herederos del rio, recorriendo sus fulgores. Y me parecía un milagro. Hacía mucho que no me colocaba ahí, en la espiral del porvenir.
Estar a tu lado sumando amaneceres, fue como encontrar la salida a un laberinto, como despertar de una pesadilla. Volví a creer con la fe de un niño.
Aquel día, lo recuerdo nítidamente, saliste del piso con tu sonrisa de siempre, después de agradecerme que te hubiera devuelto el escalofrío. Me repetías que amabas mis excesos y que te gustaba esconderte en mi pecho y pasar así el resto de tu existencia: te acurrucabas y te rodeaba con mis brazos vigorosamente.
Te acaricié el cabello, te volviste hacia mí y nuestras bocas se fundieron en un beso subterráneo.
Cogiste tu bolso y saliste apresurada. Llegabas tarde al trabajo -dijiste- con tu voz de caracola marina.
Todo estaba en orden. Por eso, más tarde, no entendí nada.
Maldije el día y la hora.
Me sumergí en la inmensidad oscura del caos primigenio.
Te habías ido despiadadamente, sin explicaciones, sin motivos… dejándome desconcertado.
Ahora, todo está apagado en esta habitación. Ni un solo ruido ni un breve resplandor.
Tú y la luz cercenada. Y mi mente construyéndote y alzándome, arqueando los instantes; el recuerdo habitado por mis manos la noche en que te tomé la fotografía que no dejo de contemplar.
Estás semidesnuda, apenas cubierta con un velo transparente y una minúscula braguita. Tus piernas inocentemente abiertas. Tu abundante cabellera negra cubriendo una parte de los ojos, sin seguir ninguna consigna. Atrapo tu mirada, tu cuerpo sobre el mío y me cubro con tu oleaje undoso en la negrura, antes de que de nuevo el sol, me devuelva a la realidad.
La estancia sigue envuelta por la misma música que sonaba aquella injustificable madrugada. Era nuestra banda sonora: Memorias de África.
Se escuchó un ruido sordo y tú ya no estabas allí… todo daba vueltas y tú, no estabas.
Conmigo giraban los planetas. Un frenazo, lo irremediable, tu ausencia junto a una breve nota en el periódico. La vida detenida una vez más.
Corres por mis venas. Sigues cantando dentro de mí. Vivo desandando. Me miro al espejo y me devuelve una densa penumbra. El infinito se concentra aquí y sólo aquí, en tu fotografía.
Cada noche, te espero bajo la lluvia de abril, como quien espera su destino con pasos sigilosos y el crujir de un vestido de seda.
Algo dentro de mí,
desbordante e insondable, brota de un fondo misterioso, como un escenario
vacío, que me impide decirte adiós.

MAR BLANCO LARROSA - Zuera (Zaragoza)
Pintora, poeta, narradora y gestora cultural.
Pertenece a la Asociación aragonesa de escritores.
Diplomada en Psicoterapia, Filosofía (UNED), Comunity manager y Agente de igualdad.
Coordinadora de varios ciclos de poesía y programación de radio. Así mismo está inmersa en las artes escénicas en la faceta de interpretación.
Imparte charlas y talleres literarios en bibliotecas y centros educativos.
Prologuista y tertuliana varios años en Cadena Ser Bajo Gállego y Radio 4-G. Responsable de curación de contenidos en relación con el tratamiento de la mujer en medios de comunicación y ha sido miembro del Seminario interdisciplinar de Estudios de la Mujer.
Ha
participado en numerosas exposiciones de pintura tanto individuales como
colectivas. Redactora literaria y articulista en revistas digitales.
OBRA PUBLICADA:
Ha colaborado en numerosos proyectos colectivos y antologías poéticas, entre otras: Relatos de 90 segundos, Palabras entre el centeno, Metáforas en el cielo, Bajo la luz de la poesía, Mujeres con voz, Amor se escribe sin sangre.
Estudios de investigación: Tasí-Tanó, investigación
sobre el juego infantil como transmisor de estereotipos de
género. 2012. (2ª edición 2019)
Novela: Renacer entre amapolas, 2013.
Relatos: Relatos Casa Eolo, 2013.
Poesía: Saboreando silencios, 2013. Desnudando la piel de la noche, 2014. Mujeres que no quieren ser princesas, 2015 (2ª edición 2019). Apenas una sombra, 2020. La guardiana del fuego (Frida Kahlo), 2021.