'Febrero del 86' de Ana Bustamante
Llevaba demasiado tiempo huyendo del pasado. La mañana del quince de febrero de 1986 se repetía incesante cada madrugada. Intentaba evadirme y concentrarme exclusivamente en el cuerpo. Comenzaba por los dedos de los pies. Los contaba mentalmente uno a uno. Sentía las uñas rozando la sábana. Casi podía ver en mi mente el esmalte de uñas. Fijaba el color en ambos ojos con los párpados cerrados. A continuación me centraba en el tobillo derecho. Percibía las venas que rodean el hueso. El pulso rítmico. La sangre. Después la tibia. Rígida. Firme. Los gemelos. Abultados y musculosos. La rodilla. La cicatriz de cuando me caí con aquellos patines de hierro y correas de cuero. El muslo. El cuádriceps. La ingle. El sudor. La pelvis. El frío. La cadera. El tobillo izquierdo. La tibia. Los gemelos. La rodilla. El muslo. La ingle. La soledad. El dolor. La pelvis. La cadera. El ombligo. El abdomen. El pecho. La angustia. La mano derecha. Los dedos. El vacío. La muñeca. El adiós. El antebrazo. El codo. El brazo. La axila. El hombro... Me esforzaba inútilmente en controlar la respiración para conseguir que el corazón dejara de brincar y al menos una sola noche, solamente una, poder descansar. Este ejercicio de relajación acababa siempre en mi garganta ahogándome con los recuerdos. Amordazando mi boca. La lengua se pegaba al paladar. La mandíbula se tensaba tanto que rechinaban los dientes. Abría los ojos angustiada y en la oquedad de la noche volvía a ver los pétalos de una margarita suspendidos en el aire. Flotaban en círculo mientras un proyector invisible rebobinaba la escena y los unía al pistilo, recomponiendo los me quiere no me quiere. Lágrimas saladas bañaban la piel de mi cara. El quince de febrero de 1986 me levanté a las ocho menos cuarto. Mis pies descalzos avanzaron silenciosos por el pasillo. Llegué a la cocina y allí estaba ella. Tendida en el suelo boca abajo, con los brazos extendidos por delante de su rostro. El pelo revuelto. El camisón arrugado. Las margaritas seguían en el jarrón en el centro de la mesa. Olían aún a felicidad y esperanza. Las risas de mi madre de la noche anterior permanecían en aquella estancia. Vi su sombra con el ramo de margaritas entre las manos, gritando como una niña: <<Me quiere, no me quiere>>. Allí estaba él, cubierto de sangre con un enorme cuchillo entre las manos. Pude ver sus ojos enrojecidos y una vaga sonrisa fúnebre. Creo que desde entonces nunca he vuelto a respirar y permanezco cada madrugada encerrada en aquel sábado de 1986.

Ana Bustamante, nació en Madrid el último día de 1968. Su trayectoria profesional la enfoca en la gestión, liderazgo y desarrollo de equipos, primero en el ámbito sanitario y actualmente en el sector de seguros.
Se define a sí misma como una mujer "anormalmente normal", sensible, llena de deseos e ilusiones.
Ávida lectora, apasionada de la Literatura, escribe desde que recuerda. En la vida y en sus textos, se deja llevar por lo que siente y se "desnuda" en su primera publicación: "El deseo viste de verde" (Izana Editores - 2018).
Duerme poco, prefiere soñar despierta y juega a capturar los instantes para después proyectarlos en sus relatos.