‘Bendita normalidad’ de Lydia Cotallo

12.09.2023

Algo muy importante, pensaba, debía suceder entre dos personas para atrincherarse en sus parcelas de tarima flotante y esperar el momento oportuno para disparar al enemigo. De vez en cuando un ataque sorpresa y la satisfacción de ver al contrincante malherido sobre la alfombra del salón. También, a veces, un proyectil que escapa de su trayectoria y estalla en el cuerpo equivocado. Debe ser eso que llaman daños colaterales.

Siete años de muchos más y pocos menos. Los niños sanos y guapos; las noches tranquilas en el sofá con los pies enlazados; la hipoteca que se paga prácticamente sola; los fines de semana en la sierra con tus padres o en el pueblo con los míos y cuando no en nuestra casita sin hacer nada especial, pero donde se está tan a gusto. No es que no me pareciera bien, no es eso, pero la normalidad, pensé, nos acostumbra a que todo fluya sin nuestra intervención y a mí me apetecía intervenir. Solo un poco.

Este fue el planteamiento. Fue así, de esta manera, cómo una tarde me aposté en el supermercado junto a una de las cajas y observé qué alimentos compra el resto de la gente. Porque me parecía que lo de siempre no estaba mal, pero me apetecía sorprenderte con algún nuevo menú. Imaginé aquellas sardinas marinadas acompañadas de cebollitas francesas y rúcula y me parecieron deliciosas. Fue también por eso que decidí renovar mi lencería para que no te acostumbraras a la sosería del algodón blanco y me compré tres vestidos. Yo misma me sorprendí ante el espejo del probador cuando la tela no bajó más allá de las rodillas: ¡anda, si tengo piernas!

Todo esto es raro, amor. Ahora que te oigo rodar la maleta hacia la puerta recuerdo cómo empezó nuestra estúpida guerra, como estúpidas, supongo, son todas las guerras. Sí, verás, yo quería adornar el plato de sardinas marinadas con salsa de frambuesas y tú con vinagreta.

Lydia Cotallo crece en una familia numerosa en la que los libros no pueden ser una prioridad y descubre el amor por ellos de la mano de su madrina. Lectora insaciable desde sus primeros años, cuentista desde niña y de algún modo, como el personaje de Camus, extranjera.Desde una posición de voyeurde la realidad nacen la mayoría de sus historias, a las que viste de ficción. Sus personajes son variados; ha dado voz a psicópatas, violadores, perros, moscas e incluso a cucarachas, pero casi se podría asegurar que lo que más le gusta es escribir sobre mujeres. Mujeres como la vecina del quinto, la peluquera, como tú, querida lectora de este blog, quizás como ella.Sus textos pueden encontrarse en redes sociales, numerosos libros colectivos y revistas literarias, a veces a través de sus heterónimos Frida, Miss Fibber y Ciudadana Kane. Es habitual de los encuentros literarios de Madrid, donde nació y reside. Ha presentado un gran número de libros de otras autoras y autores, impartido talleres de microficción y participado en mesas redondas relacionadas con la creación narrativa.