'Bares ¡Qué lugares!' de Fran Picón

24.03.2020

Suena "Nothing else matters" en una vieja gramola mientras un bullicio de alientos desteñidos de alcohol acompasa la melodía desencadenada más allá de lo razonable.

Hay un paisaje de huellas entrelazadas en un suelo que una vez fue de cerámica y que, tal vez, un día fuese blanco.

El aroma de un aceite rancio se abre paso entre el humo de los cigarros y un calor húmedo disfrazado de sudores y desengaños.

Hay en cada barra de bar una historia de historias inconexas, una gama de grises matizando de hipocresía los rostros de la indiferencia.

Y, sin embargo, yo soy adicto a su banda sonora, a esa perpetua ingenuidad que nos permite no sentirnos solos al calor de la barra de un bar, como decía aquella vieja canción.

Los recuerdos de mi vida, casi siempre van asociados a los bares.

Ese primer beso, al borde de una escalera que bajaba hacia el infinito, mientras ella corría avergonzada de su maravilloso atrevimiento. O, aquel leve roce de piernas por debajo de la mesa, sin que nadie percibiese que la magia estaba ocupando los latidos del misterio.

Envejecer, morir, es el único argumento de la obra, dijo el poeta; envejecer, morir, sentado en una mesa de bar, con un torrezno crujiente y una copa de vino, quizá sea el argumento de mi vida. Y de compañeras de viaje la soledad y la memoria.

Hubo un tiempo en el que frecuentaba un rincón, en la zona más íntima y discreta de una taberna, y allí navegué por los silencios de tu piel y me acomodé en el hueco imperceptible de tu libertad.

¿Sabes? Ya no recuerdo si iba a los bares para sentirme vivo o si estaba vivo para ir a los bares.

He apostado en tantas partidas que me resulta imposible recordar si alguna vez gané o si soy ese eterno perdedor que nunca se rinde a la tentación de un nuevo fracaso, siempre y cuando un Cardhú en copa ancha de sentido a la sinrazón de la rutina.

Si miro atrás veo a un hombre que nunca tuvo un traje gris, ni encontró ojos de gata al salir de un concierto, más bien me reconozco en ese hombre de negro que se enamoró de la tristeza y se empeñó en hacer de su existencia algo parecido a una vida loca, loca, loca.

Los nombres de los bares forman el ideario de mi vademécum vital: Brujas, las eternas hechiceras que alcanzaron a sacar de mí algo decente; Utopía, entre cazadoras de cuero y botas altas respirando bocanadas de rock al otro lado del infierno. Y qué decir de aquel Ángel Azul donde escribí mis primeros poemas, esos poemas huérfanos de rima y afónicos de versos, que pretendieron ser el poema más hermoso del mundo y se quedaron en una leve instantánea entre penumbras.

Hoy, sigo aquí, sentado en la mesa de un tranquilo bar del casco histórico, con una copa vacía por mochila y una baraja de cartas en las alforjas de mi incertidumbre, con la resaca de lo que nunca bebí empañando los cristales de mi entereza, y con esa sensación de liviandad que dan las mentiras del tiempo.

Sé que nunca tendré vida más allá de los soportales de un cubata de ron con cuatro cubitos de hielo por huellas dactilares, sé que en las miradas ajenas hay un hálito de incomprensión y un eterno gesto que me anuncia un desprecio entre los dientes, sé que nunca fui el hombre que quisiste que fuera porque, en el fondo, tuve miedo de abandonar esa zona de confort que me daba una borrachera de autocompasión.

Ahora, que la gramola ha silenciado la última nota depositada en mis labios y, una tímida lágrima recorre los surcos de tu espalda cuando me dices adiós, es ahora, cuando tomo conciencia del destierro de mi piel y me abandono en el abismo de mi último trago y dejo atrás este silencio para morir en el grito que pronuncia tu nombre.

"Nothing else matters" fue mi última canción y ¿A quién le importa? es la sinfonía que acompaña el epitafio de mi olvido.


Francisco J. Picón nació en Madrid en 1964. Afincado en Zaragoza desde 1966.

Técnico Especialista en Animación Socio-Cultural y funcionario del Servicio de Instalaciones Deportivas del Excelentísimo Ayuntamiento de la Ciudad de Zaragoza desde al año 1993.

Director de la Revista "Círculo" del CSEM, hasta su cierre. Coordinador Editorial de la Revista "Y Latina" de la Asociación de Escritores Noveles, de la que fue Vicepresidente, hasta su desaparición.

Director de la Colección de Poesía Contemporánea "Con-versos" de la Editorial Quadrivium.

Ha publicado los siguientes libros:

"Desde mi i...marginación", Egido Editorial, 2003

"Con la vida a cuestas", Editorial Quadrivium, 2009

"Alambique de vestigios", Editorial Quadrivium 2011

"Frunces en la rima", Editorial Sabara 2012 (Edición digital y en papel)

"Improntas a dos voces", Editorial Quadrivium (A dos voces con Mayte Guerrero)

"Instantáneas entre penumbras", Olifante Ediciones de Poesía, 2016

"69 poemas", Editorial Quadrivium, 2019 (A tres voces, con Miguel Ángel Yusta y Fernando Sarría).

Ha participado como co-autor en en más de 15 libros desde el año 204 al 2020 y ha prologado más de 10 poemarios de diferentes autores entre los que se encuentran:

"El sexo: de boca en boca" de la poeta mallorquina Mayte Albores, "Desnudando la piel de la noche" de la poeta aragonesa, Mar Blanco, o "Nefelibata" de Fernando Vallejo Ágreda.

Elabora su propio blog "Con la vida a cuestas" (https://loreajan.blogspot.com).

Participa en tertulias (entre ellas la Tertulia Poética Transversores, de la que es fundador, junto a Belén Mateos, Mar Blanco, Carolina Millán, Miguel Ángel Yusta y Fernando Sarría) presentaciones y múltiples actividades literarias.

Miembro de la Asociación Aragonesa de Escritores, de la que ha sido vocal, vicesecretario general y responsable de relaciones con los medios de comunicación.

Director y copresentador (junto a Mar Blanco) del programa "Con versos en la noche" de TEA FM.